Regrese de Austria por 17 días, 16 estuve en CDMX y 1 estaría en Puebla para saludar a mi familia, tenía que cruzar por camino real, hasta pasar junto a la pirámide y como era de esperarse, mientras pasaba por ahí, me vino a la mente eso que algunos llamamos asesino, aunque más bien yo le digo secuestrador; el recuerdo.
Esa máquina que convierte el pasado en presente………. aun el más lejano.
A veces para desgracia, a veces para deleite
¿quién no quisiera ser recuerdo?
Si Dios me preguntara un día que quiero ser de grande, eso quiero ser; recuerdo.
Recuerdo incisivo, penetrante, doliente, extasiante.
Recuerdo,…… quiero ser recuerdo, para hoy y para siempre, quiero ser lo que no soportan pensar y la más exquisita remembranza.
Quiero ser el más recalcitrante desierto y la historia más generosa.
Quiero doler, quiero aliviar.
No quiero ser lo único, quiero ser todo.
….
Mientras la guerra de los recuerdos se desarrollaba en mi cerebro, vi a lo lejos dos aros iluminados con llamas blancas, de carácter poderoso y profundidad infinita, eran dos explosivos centelleantes, a punto de ser denotados, un par de remolinos ardientes que caminaban en la acera con dirección a mí. Yo tenía las dos manos puestas en el volante, gire mi cuello para seguirla con la mirada mientras ella pasaba junto a la camioneta, por el retrovisor mire como se alejaba hasta perderse en la línea del horizonte.
Y lo peor es que todo pasó en 30.